El Mundo Se Reorganiza ¿Y Chile?
Solapas principales

El planeta cambia a un ritmo vertiginoso. El antiguo orden, dominado por Occidente a través de su poder militar, financiero y cultural, se desmorona. Estados Unidos intenta seguir siendo el sheriff global, pero su influencia ya no es la misma. La Unión Europea, atrapada en deudas y en su dependencia energética, se tambalea, mientras la OTAN mantiene su juego de guerra.
Mientras tanto, China y Rusia construyen un nuevo eje de poder, no con invasiones, sino con comercio, infraestructura y diplomacia. Prueba de ello: Xi Jinping en Moscú, justo en el aniversario de la victoria soviética sobre el nazismo. No es una visita cualquiera. Es una jugada estratégica para consolidar su alianza con Rusia y reafirmar que el mundo ya no gira solo alrededor de Occidente.
Casi al mismo tiempo, se elige un nuevo Papa: de progenitor peruano, pero nacido en Chicago. Un Papa estadounidense. ¿Coincidencia? No. Es una movida calculada del Vaticano para renovar su imagen en un momento en que el poder occidental está en crisis: guerras, inflación, decadencia ética. Un intento de mostrar un rostro latinoamericano, mientras mantiene sus intereses alineados con EE.UU.
Dos hechos diferentes, pero parte del mismo juego de geopolítica: China y Rusia consolidan su influencia y alianza, mientras el Vaticano y sus cardenales aliados europeos buscan el respaldo de EE.UU. para frenar el declive de Europa, que tambalea en su guerra sin futuro en Ucrania.
¿Y Chile?
Mientras el mundo cambia, el sur global tiene una oportunidad histórica de replantear su papel en el nuevo orden. Pero no todos lo ven venir. Chile, por ejemplo, parece perdido.
Desaprovechó el litio, el "nuevo petróleo", dejando pasar la oportunidad de una alianza estratégica con China. Rechazó un observatorio científico en el norte, que habría traído inversión y tecnología. Prefiere no incomodar a Washington, incluso cuando eso significa renunciar al desarrollo y la independencia tecnológica.
Nos hablan de "soberanía", pero siguen subordinándose a los intereses de EE.UU., que no está dispuesto a perder su patio trasero.
Una jugada vieja con un rostro nuevo
El nuevo Papa, de origen peruano, pero formado en EE.UU., es la imagen perfecta de la estrategia vaticana: parecer que todo cambia para que todo siga igual. Un intento más del sistema para mantener su hegemonía, renovando caras pero conservando los mismos intereses.
Pero el cambio verdadero se está gestando en otro lado:
En la periferia, donde los pueblos luchan por soberanía energética, alimentaria y tecnológica. En la cooperación Sur-Sur, clave para salir del extractivismo y construir desarrollo con identidad. En la apuesta por proyectos sin pedir permiso ni instrucciones a nadie.
Chile debería estar ahí. Pero hoy camina sin brújula. Prefiere el miedo a la autonomía. Dejó pasar el litio, desconfía de la ciencia si no viene de Europa o de la NASA y no se atreve a imaginar una política exterior alineada con los intereses del pueblo, pero sí con los temores de su élite.
El mundo se está reordenando. La pregunta es: ¿Chile será protagonista o seguirá siendo un país obediente en un imperio que ya va en caída?
Jorge Bustos
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