Que uno llegue a los años cronológicos que luce, no es solo por haber sido bien alimentado por su madre, o por sus esfuerzos y penas de mamá sin marido, o por el aceite de bacalao que me daba la abuela Pichina; es también por aquellos que me dieron la chance de ser y estar: mis compadres, hermanos de ideas y convicciones, los que debieron soport