Catorce de julio, de la protesta al olvido

Solapas principales

Imagen de Jorge Bustos
Autor: 
Jorge Bustos

Cada 14 de julio debería despertar la memoria colectiva de Valparaíso. Aquel día, en 1999, la ciudad rugió con fuerza en lo que fue conocido como el Puertazo: una movilización multitudinaria, pacífica y decidida que unió portuarios, estudiantes, trabajadores, comerciantes, vecinos, empresario, colectiveros, camioneros de la ciudad, en contra de la privatización de los puertos. Luego vino el Porteñazo, otro grito masivo que reflejaba la frustración de una ciudad postergada y desgastada por promesas incumplidas.

Ambos hitos fueron actos de dignidad popular. Valparaíso, este puerto que parecía dormido, despertó como comunidad y se alzó para exigir respeto, autonomía y justicia. Y lo hizo sin violencia, con convicción y coraje. Era la defensa de la ciudad, defendiendo su alma.

Pero hoy, 14 de julio de 2025, nadie marchará en ninguna de las calles de Valparaíso.

¿Por qué? Porque al parecer ya no se recuerda. Porque los dirigentes locales olvidaron que la ciudad alguna vez se organizó y se expresó con fuerza. Porque el centralismo sigue imperando, decidiendo desde Santiago qué necesita Valparaíso y qué no. Y porque las autoridades locales parecen más preocupadas de subsistir en cargos que en reconstruir el tejido urbano y social que alguna vez sostuvo esta ciudad rebelde.

Hoy, Valparaíso vive una tensión profunda. Por un lado, promesas de grandes inversiones y proyectos portuarios que pretenden ejecutarse para mantener la competitividad global. Sin que se repare en el modelo de negocio, que ha empobrecido la ciudad. Por otro, su condición como Sitio de Patrimonio Mundial que se desmorona y peligra sin un verdadero Plan de Manejo, sin una gobernanza que articule las necesidades ciudadanas y sin una visión integral que evite que se transforme en escenario de promesas vacías.

La ciudad es, en 2025, un laboratorio en constante negociación: entre lo económico y lo patrimonial, entre el turismo y la pobreza y la desesperanza, entre el olvido y la resistencia.

Y aunque hoy nadie marche, quizá aún hay tiempo para que el espíritu del Puertazo y del Porteñazo resurja no en pancartas, sino en conciencia, en compromiso, en decisión.

Porque la historia no vive en los monumentos, sino en quienes se atreven a recordarla y actuar en consecuencia.

Defendamos la Ciudad

Jorge Bustos

Añadir nuevo comentario