La fuerza del pueblo en los cambios sociales
Lo que llama la atención es que la derecha y su hermana la concertación siempre son la vocería del poder económico para condenar la fuerza ejercida por el pueblo. Sin embargo cuando ellos la han usado tratan de taparla, esconderla y al final el típico manto de impunidad impulsado desde los medios de comunicación que ellos dominan, termina por adormecer la justicia y la reparación.
La casta financiera y empresarial así como los políticos serviles, saben que el uso de la violencia política es la promotora de cambios sociales y económicos, Balmaceda y Allende son ejemplos claro y contundentes de la bestialidad de la violencia política de la derecha.
Por otro lado nadie puede desconocer que en 1986 las acciones para-militares selectivas de sabotaje instaladas en todo el país, las coordinaciones de protestas de los trabajadores y estudiantes, los copamientos de las poblaciones, más el ingreso de armas por Carrizal obligo a la derecha tradicional a aceptar la propuesta del pentágono para llamar a un plebiscito y negociar una salida del general golpista, donde la concertación al igual que el año pasado sirvió de bisagra y se comprometió a desmantelar y coaptar al mundo sindical y poblacional, a perseguir y aniquilar a los movimientos insurgentes chilenos, que habían decidido terminar con Pinochet a través de las armas.
El año pasado “la movilización masiva” de una ciudadanía aburrida del sistema económico, sin una vanguardia clara, el surgimiento de la Primera Línea como una reacción de autodefensa en las movilizaciones hace reaparecer el sentimiento de que es posible cambiar las cosas y hacerlas más justas para la inmensa mayoría de la población, ese sentimiento, el uso de la fuerza defensiva, y la incapacidad del gobierno, es la que obliga a la casta política representada en el parlamento y la moneda a modificar sus planes e itinerario para Chile, y convocar a un plebiscito de aprobación o rechazo al sistema económico y político impuesto al país, a sangre y fuego desde Septiembre de 1973.
Tanto llamado a la paz, al dialogo, a la moderación, hacen crecer las sospechas, ¿se sentirán débiles?, ¿se darán cuenta que la tutela política que estos años ha logrado adormecer a la gente, ya no es una opción? y por lo tanto sus capacidades de juego se están agotando, ya que la mayoría ni siquiera cree en las iglesias, menos en el resto de las instituciones permanentes del estado, pues están todas desprestigiadas. Así las cosas, si la tutela política tramposa no es el camino porque no da confianza, y aquellos que pensamos que eran el recambio de la política solo son los “nuevos administradores” del sistema neoliberal, ¿cuál es la opción?, entonces ¿cuál es el camino que debemos tomar?
Así como están las cosas la supuesta “Nueva Constitución” va a ser escrita por los mismos que son parte del problema.
El acuerdo por la paz, que firmaron la mayoría de los parlamentarios, con la aprobación de otras leyes se transformó en la mejor defensa corporativa de la casta política inmoral y corrupta, que además castigo y encarcelo a quienes se levantaron en contra el abuso de tantas décadas.
Si los cientos de miles que se tomaron las calles el año pasado no tienen la fuerza suficiente para hacerse oír, si no logra crear y tener una vanguardia que los represente para enfrentar a los poderosos y derrotarlos en sus propias lógicas, sean estas electorales o de uso de fuerza organizada no servirán de nada las muertes, las mutilaciones y el presidio de nuestra gente.
Así las cosas adhiero plenamente a trasladar el poder político desde la tutela partidaria al mundo de los sin filiación partidaria, pero con actos y acciones de fuerza en contra del sistema económico y social imperante.
Abandonar la movilización y la fuerza por parte del pueblo para volcarse solo a una elección de constituyentes y dejar los otros espacios de poder botados, es el deseo de quienes nos han tenido por más de 30 años de rodillas, esa no puede ser la opción nuestra, aun sabiendo que los logros que se conquisten siempre estarán abonados con la sangre de las mejores hijas e hijos del pueblo.
Jorge Bustos
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