Valparaíso y San Antonio

Solapas principales

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Autor: 
Jorge Bustos

Puertos con Alma para un Futuro Compartido

En medio de la turbulenta marejada comercial global, donde los aranceles y la competencia feroz redibujan el mapa económico, Valparaíso y San Antonio se yerguen como pilares fundamentales para Chile. Su rol como puntos neurálgicos del comercio exterior es innegable, evidenciado por las dinámicas de importación y exportación vitales para nuestra economía. El escenario de guerras arancelarias podría desviar tráficos y generar nuevas oportunidades, abriendo una ventana para consolidarnos como actores clave en la logística sudamericana.

Sin embargo, esta visión de futuro no puede ni debe limitarse a las frías cifras de contenedores y toneladas movilizadas. Un puerto es mucho más que un punto en la cadena logística; es el corazón palpitante de una comunidad, el motor que impulsa vidas y sueños en las ciudades que lo acogen.

Pensar en la estrategia portuaria sin considerar a la gente de Valparaíso y San Antonio, es construir un castillo de arena, vulnerable a las mareas del descontento y la desconexión. El Proyecto de otro Terminal en Valparaíso y el ambicioso proyecto del Puerto Gran Escala (PGE) en San Antonio se supone son iniciativas cruciales para aumentar la capacidad y competitividad, especialmente ante desafíos como el emergente megapuerto de Chancay en Perú financiado por capitales chinos y con una ubicación estratégica que amenaza con desviar el comercio asiático.

Pero, la pregunta clave es: ¿de qué sirve a Chile una infraestructura de primer nivel si la riqueza que genera no permea a las comunidades que la hacen posible? Existe una percepción extendida de que las decisiones políticas y ciertos modelos de gestión han priorizado la macroeconomía por sobre el bienestar local, generando frustración en la gente que habita en las ciudades puerto.

Es imperativo que las cifras de crecimiento y eficiencia de nuestros puertos se traduzcan en beneficios tangibles para los habitantes de Valparaíso y San Antonio. Esto implica ir más allá de la creación de empleos directos. Debemos considerar mecanismos para una distribución más equitativa de la riqueza generada. Es crucial, por ejemplo, retomar un modelo de multioperación portuaria que rompa con la concentración monopólica en el comercio internacional, fomentando una competencia más sana y distributiva.

Asimismo, tal como hemos planteado anteriormente, la opacidad en la gestión de la Tarifa de Uso de Puerto (TUP) es un obstáculo que debemos superar. Es fundamental transparentar la recaudación y el destino de estos fondos que, en teoría, deberían reinvertirse en mejoras portuarias. Pero también se hace necesario y urgente explorar la posibilidad de destinar una porción de estos recursos al desarrollo urbano, a mejorar la infraestructura local y a apoyar programas sociales que impacten directamente en la calidad de vida de los ciudadanos.

Las inversiones en infraestructura deben realizarse con una mirada integral, considerando su impacto en el tejido urbano. La expansión portuaria no debe significar más congestión, deterioro ambiental o una desconexión entre el puerto y la ciudad. Al contrario, se debe buscar una armonía entre el desarrollo logístico y el bienestar de la comunidad, creando espacios de encuentro, mejorando la conectividad interna y minimizando los efectos negativos de la actividad portuaria.

La competencia con otros puertos de la región, como Chancay, nos exige agilidad en la modernización y la oferta de ventajas competitivas. Sin embargo, esta competencia no debe ser una carrera despiadada que ignore el costo humano o el marco regulatorio que debe proteger a las comunidades. Una estrategia portuaria exitosa es aquella que involucra a su gente, que la hace partícipe de sus logros y que retribuye a las comunidades el esfuerzo y la acogida que brindan.

En definitiva, mi visión para los puertos de la Región de Valparaíso se centra en construir un futuro compartido. Un futuro donde la eficiencia logística y la competitividad económica vayan de la mano con el desarrollo social y el bienestar de las comunidades portuarias. Solo así lograremos que Valparaíso y San Antonio no solo sean importantes nodos de comercio, sino también ciudades prósperas y vibrantes donde la riqueza del mar y la tierra se traduzca en una mejor calidad de vida para todos sus habitantes.

La pregunta que debemos hacernos es si los actuales tomadores de decisiones están dispuestos a construir ese futuro con una visión que abarque tanto los negocios como el corazón de nuestra gente. Nosotros, al menos, estamos comprometidos con esa visión integral.

Soy Jorge Bustos, que algo sé de puertos.

Comentarios

Imagen de Rosa Landero

Buenos días. Muy claro y convincente. Estoy totalmente de acuerdo, ¿lo estarán los responsables de llevar adelante estos cambios de visión?

Imagen de Aldo Calderón Navarro

Es valioso este análisis respecto a la situación portuaria y la relación con la calidad de vida de habitantes de estas dos ciudades puertos, y de "salud "integral de las urbes.Los resultados demográficos del último censo deberían ser también motivo de diagnóstico y de proyección de desarrollo.

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