Nos ha dejado el Elefante, el Pancho Calama, el Raúl o como se llamara

Imagen de Jorge Bustos
Autor: 
Jorge Bustos

Hoy se nos fue un imprescindible, un duro e irreductible. Raúl Valdivia era su nombre legal, para nosotros Pancho Calama.

Nos ha dejado el Elefante, el Pancho Calama, el Raúl o como se llamara. Almorzando hoy con mi hija, me llegó un WhatsApp en el que me comunicaban que el Elefante había muerto. A los dos se nos llenaron los ojos de lágrimas. Era como su tío viejo, él la llamaba Niña Arcoíris y ella le decía Elefante por lo alto y grande que era.

Nos conocimos cuando las primeras peleas contra las AFPs estaban tomando sentido. Me acuerdo de que llegó con varios aparatos electrónicos modernos de grabación y la entrevista fue para saber más sobre cuáles eran mis posturas políticas con respecto a la clase más que sobre el tema de las AFPs. Después descubrí que éramos militantes del partido de Recabarren.

Lo que vino después fue conocerlo mejor y saber de sus aventuras, conversando con un ron y fumando puros en algún local del Malecón allá en La Habana, en algún café en Estocolmo, en mi casa y la última conversación en la suya con su compañera en Playa Ancha.

Pancho, o como fuese conocido, era un hombre de convicciones muy definidas y de compromiso, sin medias tintas como ahora se estila. Cuentan algunos viejos camaradas que, siendo dirigente de la JJCC a mediados del siglo pasado, echó dos puertas abajo del partido buscando los tarros de pintura que el encargado de propaganda había dejado guardados con llave. También, siendo secretario regional de la juventud en Valparaíso, fue el único que defendió la postura de los jóvenes que fundaron el movimiento Espartaco y que fueron expulsados del partido por ser extremistas.

Sus aportes están en radios clandestinas y ahora en esas que llaman comunitarias, en su página RTVNeruda, en mucho dinero que llegaron a las organizaciones que luchaban contra la dictadura y que nadie se enteró de que era el  uno de los gestores de que esos dineros llegaran. Sus vínculos y amistades en el parlamento sueco, con la CTC cubana y otros que  ya no vale la pena exponer.

La maldita pandemia nos priva de despedir a Raúl, de discursear junto al féretro y quizás cubrirlo con sus banderas, cantando el himno de los trabajadores del mundo: La Internacional.

Añadir nuevo comentario