Mi Compañero Momio.

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Autor: 
Jorge Bustos

Por este camino corto que transitamos llamado vida, cargamos creencias y dioses que nuestros padres nos heredan y desde ese escenario es de donde elegimos a otros actores que nos acompañaran en diferentes escenas de la vida.

Por esas cosas del destino y de mis peleas contra el neoliberalismo y su herramienta la corrupción, se subió al escenario un actor que por su pasado y presente de ese momento era casi imposible que actuara en esa escena.

Prejuicioso como lo era en ese momento y a pesar de mí, acepte que compartiéramos escenario. A poco andar, las fotos y luces solo eran para él, la prensa borró de un paraguazo los años anteriores de nuestra pelea contra el Mall.

Pero como dice el dicho, los enemigos de mis enemigos son mis amigos, y yo peleaba contra Mall y el gran negociado de funcionarios del Estado y privados por apropiarse de terrenos fiscales, a precio vil, para apoyar el crecimiento nacional de una trasnacional chilena del retail.

En esas puestas en escena participaron gremios de trabajadores y también gremios patronales, estudiantes, pobladores y hasta los gremios de los camioneros.

Mario conoció a mi familia y a mis amigos; yo conocí a sus amigos que -de paso- me miraban como bicho raro. La puesta en escena de ese acto sólo duró dos años, pero quedamos enganchados: él se transformó en mi Compañero Momio y jurisconsulto. Nos juntábamos regularmente a almorzar, hablar de política, de sus amores y tomarnos un vino, alguna vez terminamos cantando en algún cerro de Valparaíso cuando fue más de una botella. Para mi cumpleaños me llamaba, y yo a él; de hecho, estuve en su último onomástico, donde me presentó a su nueva novia y a mí como su amigo de izquierda, cosa que ella no le encontraba sentido por nuestras diferencias ideológicas, como siempre terminamos cantando a la vida y al amor.

Mario Zumelzu fue uno de mis compañeros de lucha en contra del Mall Barón y, aunque algunos no entiendan esta amistad, debo decir que no siempre los demonios están del otro lado de la vereda y que a veces, desde esa otra vereda alguien te acompaña y te ayuda a marcar el paso.

Jorge Bustos

 

 

 

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