La EPV y las gallinas

Imagen de Jorge Bustos
Autor: 
Jorge Bustos

Cuando en Mayo del 2003 se declaraba a Valparaíso como Capital Cultural de Chile no era mera casualidad; el objetivo era lograr que en Julio de ese mismo año, en Paris, la UNESCO declarara a nuestra ciudad Patrimonio de la Humanidad por la totalidad de los países representados en esa organización mundial. Incluso en el discurso oficial se destacó que Pablo Neruda no había sido capaz de resistir el majestuoso encanto que quiso retratar en una de sus odas. 

 

Lejos de la poesía y del mundo de las letras, los siempre ágiles mercaderes que a todo asignan un precio, jubilosos declaraban que esta designación “es vista como una llave de oro para abrir las puertas al turismo y postular a fondos internacionales para proyectos que garanticen un plan de manejo adecuado de la riqueza cultural que se desea preservar”. 

 

De esto han transcurrido ya 14 años y debemos ser justos en reconocer que varios han hecho su tarea: la televisión vendió el Cerro Concepción y Alegre como locaciones de telenovelas, logrando como resultado que forasteros transformaran toda la plurinacionalidad y las culturas que habitaban esos cerros desde la revolución industrial, dando paso a la invasión de restoranes gourmet donde sacian su hambre de cultura sin olor ni piel los que tienen dinero. Los hoteleros también han hecho lo suyo y algunos atrevidos visionarios se han aventurado y han ido poblando otros cerros de la ciudad, ofreciendo una mayor gama de posibilidades para comer, dormir y disfrutar del hermoso paisaje móvil, y de las más diversas postales que, ni siquiera los nativos porteños conocíamos ni nos habíamos aventurado a conocer. 

 

Uno puede asegurar que los emprendedores se arriesgaron y derrotaron tanto el pesimismo como también la mediocridad de las autoridades comunales que se afanaron en hacer desaparecer más de 50 millones de dólares en estudios hechos y otros no, y que han servido de poco. 

 

Pero el punto más negro, quizás el que no tiene ninguna excusa ni menos justificación es la incapacidad de la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV) gerencia y directivos, para proyectar el crecimiento que tendría la industria turística de los cruceros que en la temporada 2015/2016 alcanzó el número de 43 recaladas y uno desviado y cerca de 85 mil pasajeros. 

 

Cuando en Abril del 2013 se concesionaba el Espigón a OHL ya se sabía del crecimiento y de los requerimientos de espacio (sitios) de la industria turística de cruceros era de más de dos dígitos por año; de hecho esa temporada fue de un 18%, contemplando 25 cruceros. Frente a esas cifras uno no logra entender cómo es que no se previó que en un par de años más las instalaciones que posee Valparaíso (los frentes de atraques, es decir terminal 1 y 2) no darían abasto para atender los buques de línea; es decir, una industria que es la que hace posible las ganancias anuales que se les cancela a EPV y la de los cruceros, que solo las complementa. 

 

Es evidente que los directivos y gerentes de EPV estaban más preocupados que Falabella se quedara con el Barón y construir su Mall, que de ver alguna forma ingeniosa de hacer convivir estas dos industrias; al parecer la gran solución fue construir un nuevo galpón (VTP) para pasajeros en terrenos concesionados y no un muelle que permitiera la autonomía de esta nueva industria. 

 

La culpa de que hoy los cruceros recalen en otros puertos no es culpa de los trabajadores, es solamente responsabilidad de la gerencia y directivos de EPV y de quienes los colocaron en sus puestos. 

 

En general cuando las gallinas cacarean es porque van a poner huevos, no es el caso de estas gallinas provincianas…. Somos la excepción. 

 

 

Jorge Bustos

Jorge Bustos: Por qué postular. Candidato a Alcalde de Valparaíso.

Añadir nuevo comentario