UN VIERNES 28 DE OCTUBRE
Un día cualquiera, una tarde cualquiera, en un punto urbano cualquiera tocó su bocina y me subí. Ni siquiera esperé la seña para ratificar lo que no era necesario. No existían más profesoras de Sociología que tuviesen un Fiat 147 GLS rojo, y menos esa sonrisa de la cual ya me habían advertido.