La deuda de las autoridades con la ciudad del Patrimonio
Solapas principales

Este fin de semana, Valparaíso abre sus puertas para celebrar el Día del Patrimonio, un evento en el que miles de personas recorren sus calles, descubren su historia de nuestra ciudad y rinden homenaje a su esencia única. Pero tras cada fachada de casona antigua y cada ascensor centenario, hay una realidad incómoda que no podemos ignorar: la deuda de las autoridades con la ciudad sigue acumulándose.
Valparaíso late al ritmo de su puerto. Sus cerros, sus calles y su gente conviven a diario con el rugir de los camiones, el humo de los buques y el peso de una actividad que mueve miles de millones de dólares al año. Sin embargo, mientras el puerto genera riqueza, la ciudad solo recibe migajas desde la implementación de la ley de modernización portuaria.
¿Qué sentido tiene celebrar el patrimonio si quienes deben protegerlo lo ignoran?
La Ley 19.542 establece que los puertos deben contribuir al desarrollo de las ciudades que los albergan, pero en la práctica, Valparaíso sigue esperando esa compensación. ¿Dónde están los recursos para reparar las calles destrozadas por décadas de tráfico pesado? ¿Dónde está el fondo para mitigar la contaminación que respiran los vecinos de los cerros? La respuesta es clara: no están, porque nadie los ha exigido con la fuerza que se necesita.
El Acceso Sur alivió el tránsito en el plan, pero no solucionó el problema de fondo: el puerto opera como un enclave que no paga su justa parte. Mientras en otras ciudades portuarias del mundo y hasta en Chile existen mecanismos de compensación como peajes, impuestos verdes y fondos de desarrollo, aquí seguimos conformándonos con promesas, acuerdos truchos y un plan de borde costero que se inmiscuye en la tarea que el municipio debiera liderar.
Y las autoridades, aquellas que deberían velar por los porteños, siguen en silencio. Cobran sueldos de privilegio, ocupan cargos de influencia, pero no se atreven a tocar los intereses de los grandes operadores portuarios. No hay ordenanzas municipales audaces, no hay presión real ante el Gobierno Central, no hay alianzas con otras ciudades afectadas. Solo excusas y silencio.
En este Día del Patrimonio, recordemos que Valparaíso no es solo un conjunto de edificios históricos o una postal para turistas. Es una ciudad viva, con una identidad propia y una comunidad que merece respeto. No podemos seguir subsidiando con nuestro empobrecimiento la riqueza de un operador portuario. Si el puerto quiere seguir creciendo, que pague. Si las empresas portuarias ganan más que nunca, que contribuyan. Y si las autoridades no tienen la voluntad de hacerlo, que den un paso al costado y cedan el puesto a quienes sí luchan por la ciudad.
Porque una cosa es segura: los porteños sabemos el valor de nuestro territorio. Sabemos que esto no es un problema técnico, sino de falta de coraje político.
Defendamos la ciudad
Jorge Bustos
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