Dedicada a los que ya se habían declarado vencedores.
Dos dictámenes de la Contraloría agosto y septiembre de este año parecían cerrar el caso del Acuerdo por Valparaíso. “No se advierten irregularidades”, dijeron, y más de alguno pensó que la historia estaba escrita en piedra. Pero el 11 de septiembre, el denunciante presentó una nueva solicitud de reconsideración, y este viernes la Contraloría, lejos de mirar hacia otro lado, emitió cuatro oficios que vuelven a poner en duda la legalidad del acuerdo.
La escena es casi teatral: quienes celebraban el fin del conflicto ahora deben preparar informes en diez días hábiles, con abogados revisando cada coma, porque el fiscalizador decidió que los argumentos no eran tan “hipotéticos” como se había dicho. El “ganamos” de algunos se transformó en un incómodo “explíquese”.
La ironía es evidente. Se insistió en que el proyecto TCVAL era distinto de la “ampliación portuaria” mencionada en el acuerdo. Que todo era un ejercicio de imaginación. Sin embargo, la propia EPV, la Municipalidad y el Gobierno Regional dejaron constancia documental de lo contrario: TCVAL es parte de la ampliación, y la ampliación está en el acuerdo. No es hipótesis, es hecho. Y los hechos, por más que se intente maquillarlos, tienen la mala costumbre de persistir.
Lo más sabroso de esta vuelta de tuerca es que funcionarios de la Contraloría, que ya había dicho “no hay irregularidades”, ahora pide explicaciones. Y cuando un órgano fiscalizador pide explicaciones después de dos dictámenes previos, es porque la historia no terminó: apenas comienza el segundo acto.
En el fondo, lo que está en juego es la probidad administrativa. ¿Puede un acuerdo comprometer recursos de la misma empresa que luego será evaluada por las instituciones beneficiadas? La pregunta es tan obvia que sorprende que haya que repetirla. Pero claro, cuando la comodidad manda, siempre es más fácil declarar que todo es “hipotético” y seguir adelante. Hasta que alguien insiste, aporta documentos, y obliga a mirar de nuevo.
Así que a los que pensaron que habían ganado, que todo estaba definido y que podían archivar el tema: bienvenidos al segundo tiempo. La Contraloría ha reabierto el partido, y esta vez no se juega con hipótesis, sino con pruebas. Y las pruebas, como los goles, no se borran del marcador.
Jorge Bustos
Defendamos la Ciudad
Añadir nuevo comentario